Por tercera vez consecutiva una chica abandonará la casa del Gran Hermano mientras los varones siguen invictos. La extrema competitividad de las mujeres conspira contra sí mismas, mientras el grupo masculino resuelve de modo más elegante sus diferencias.
El juego ingresa en su tercer semana y ya suman tres las chicas que debieron dejar el hogar del Gran Hermano, mientras del otro lado los nueve muchachos continuan en carrera, firmes dentro del ciclo.
A simple vista las chicas abusan de su competitividad, pierden la paciencia con facilidad y son menos diplomáticas que los varones. Los conflictos entre ellas surgen rápidamente y generan un ola de rumores que las afectan y que poco contribuyen a la buena convivencia.
Así, en un primer momento las chicas apuntaron a Claudia, una de las más atractivas del grupo y que se destacaba especialmente por su coquetería. Sin haber una razón especial, la rubia recibió la mayor cantidad de votos en la primera nominación y se convirtió en la primer expulsada del juego.
Una cuestión similar ocurrió la semana siguiente cuando resultaron nominadas Melisa y Griselda. La rubia pagó precio por su historia con Gabriel luego de haber blanqueado de entrada que era la novia de Sergio Denis.
A Griselda parece que la votaron por su constante necesidad de estar en el centro de la escena, sitio que más de uno quiere ocupar. En esta caso tampoco hay que descartar que la especial belleza de la mendocina pudo generar cierta envidia entre el resto de compañeras.
Ahora les tocó el turno a Vanina y Marianela, a quienes algunas enemigas dentro de la casa ya les pusieron el mote de “brujas”. Es que el duo a veces se excede al juzgar las conductas de los demás, y suele descalificar al resto con suma rapidez.
Un ejemplo claro del accionar intempestivo de las chicas es el uso de la nominación espontánea. Esta semana fue Mariela la que se anticipó a todos y tiró sus dardos a Vanina.
Pero tiempo después fueron Marianela y la misma Griselda las que entraron al confesionario con la misma intención. Las peleas son abiertas entre los grupos femeninos y lo serán así hasta que uno de los bandos triunfe.
Los varones en cambio hasta ahora resolvieron sus disputas de modo diferente y práctico. Suelen ser más conciliadores en sus relaciones y quizá juegan con estrategias más trabajadas y no tan evidentes.
Prefieren en general el bajo perfil y suelen escapar al lugar del conflicto. El que se enoja o sobresale demasiado pierde, y eso lo saben bien.
También es cierto que al momento de nominar, los varones no se votan en la misma medida que las chicas. De hecho, en la última nominación sólo fueron votados Damián y Leandro y el resto pasó completamente desapercibido a la hora del recuento de puntos.
Por ahora son las chicas las que marcan territorio y concentran sus fuerzas sobre sus rivales eventuales. Mientras que los hombres sólo atinan a ser espectadores pasivos de esas disputas.
Pero en algún momento esta situación puede cambiar, y ya deberán rodar las primeras cabezas de los varones. Habrá que ver entonces cuál sera la reacción del grupo ante esta nueva situación.