Viviana está cansada de que le pregunten por su trabajo y la aíslen. Por eso, al entrar al Confesionario, se descargó y pudo contar su verdad. “Pensé que entrar acá era una oportunidad de cambiar de vida y que mi hijo esté mejor”, dijo la morocha entre lágrimas. “Pero ahora no sé si le estoy haciendo un favor”, reflexionó más tarde, preocupada por la repercusión de sus palabras fuera de la Casa. Cuando Gran Hermano le preguntó las razones, ella fue clara: “Lo que yo hago no está bien visto, entonces tengo miedo que lo discriminen”.