El día después fue el peor. Diego deambuló por la Casa, recibió apoyo de sus compañeros y por la noche no aguantó más. Con Eduardo habló de Fernanda: “Mi dolor es que estaba empezando a encontrarse ella, entenderse ella, a extrañar a la madre, cosas que no le habían pasado nunca. Recuperó la alegría de vivir que no tenia antes”, resumió, sin poder dominar las lágrimas. “Es como que le pusieron el suero y a la mitad se lo sacaron. Faltaba más para que estuviera bien”, analizó el hombre de la Fuerza Aérea. “Me duele mucho. Me hubiera dolido menos si me iba yo”, confesó con la voz apenas audible.