Como si fuera una muestra del clima de Casa después las últimas nominaciones, el sábado amaneció lloviendo y con un cielo tan gris como el ánimo de varios de los chicos. Es que, estando tan cerca de la final, todos tienen miedo de quedarse con las ganas y pocos se imaginan eximidos del banquillo. Por todo esto, fueron tan bien recibidas las facturas con que Gran Hermano sorprendió a los habitantes de la Casa. Las caras largas se convirtieron en risas y, al menos por un rato, todos se olvidaron de las nominaciones y la lluvia.