“Vos estás muy tímida”, disparó Pablo para romper el hielo. Después de una guerra de miradas que ya lleva varios días, él y Silvina tuvieron que pasar un momento en la sala de relax. “Yo espero tus tiempos. Hablamos, está todo más que bien, pero por ahí falta algún pasito…”, siguió él. “Yo con los chicos no tengo problema”, aclaró ella. “Pero al que más me cuesta llegar es a vos”, confesó ella. Las sonrisas completaron lo que ninguno de los dos se animaba a decir, y fue ella la que le propuso una solución: “¿Querés que te haga masajes?” La charla entonces siguió sin problemas hacia la historia familiar de cada uno, mientras Silvina recorría la espalda de Pablo con sus manos.