La velocidad parece ser la palabra que lo define a Maximiliano. Al menos eso demostró en su primera noche en la Casa, donde le tomó apenas un rato darse cuenta que le gustaba la rosarina. Pero ambicioso, no se quedó con eso y además de decírselo a los chicos, pidió un Confesionario y compartió sus deseos con Gran Hermano. Además, le recitó un poema a su pretendida y entendió que por la forma en que fue recibido, tiene buenas posibilidades de lograr su objetivo. Ni lerdo ni perezoso, la clave de Maximiliano, aparte de la seducción es la velocidad.