La mañana del viernes comenzó con el romanticismo de la Negra y Gustavo. “¡Mirá! ¡Nos están mirando mientras nos damos un beso!”, exclamó Ximena, mirando hacia la cámara ubicada sobre la cocina. “Que nos vean…”, afirmó Gustavo, antes de sellar con un beso la escena. De a poco, y gracias a la salida de Magaly, nació lo que parece el romance más sólido de Gran Hermano. Después del distanciamiento que tuvieron Pablo y Alejandra, la salida de Gonzalo, y el fracaso de Maximiliano en su acercamiento a Silvina, no quedan dudas de que Gustavo y la Negra componen el dúo más fuerte del programa. Y ahora, ni siquiera se privan de afirmarlo ante las cámaras.
Por la tarde llegó la decepción: los participantes perdieron la prueba de destreza y habilidad planteada en el marco del cuento clásico “Blancanieves y los siete enanitos”. La estrategia del grupo fue enviar primero al circuito a los más hábiles, ya que el tiempo era vital en la prueba. Todo venía bien, hasta que fue el turno de Roberto. A pesar de su tamaño, el maderero tuvo algunas dificultades para realizar la prueba. Cuando Gran Hermano anunció oficialmente que habían sido derrotados, el Negro se quedó solo en el patio lamentando no haber sido útil al grupo, algo fundamental a la hora de nominar, según él mismo dijo alguna vez.