El día de la pelea amaneció templado. Y como los chicos no quieren repetir la mala experiencia de la semana pasada en la prueba, decidieron practicar desde temprano. Pablo probó con los aros apenas terminó el desayuno. Roberto lo acompañó con los palos chinos. Incluso, el bailarín y galán de la casa le dio algunas clases al maderero. Las reglas de la prueba exigen al menos 12 pasadas con los aros y 5 giros del palo central de los palos chinos. “Gonzalo, Yazmín y Córdoba pueden fallar”, estimo Gustavo.
La pelea llegó después del mediodía. El grupo estaba reunido en la habitación. Roberto inició una conversación con Máximo. Le dijo que tenía un amigo que juega al squash, y que sería bueno que cuando salgan jueguen un partido. “Te va a ganar”, dijo Roberto. En ese instante, Maxi reaccionó de una forma que molestó mucho al maderero: “A mí no me gana nadie, yo fui número dos de Argentina”. Después de eso, Roberto hizo lo posible por contener su furia, pero el odio fue más y terminó descargándose con un duro golpe a la pared. “Te voy a arruinar la cara a golpes, afuera”, le dijo. El iracundo Roberto sólo se tranquilizó cuando Gustavo lo detuvo. No hubo violencia en la casa, pero estuvo cerca.
Era lógico, la pelea de Maxi y Roberto traería cola en la casa. En una charla íntima en el cuarto, Pablo trató de hacer recapacitar al ex jugador de squash. “Pensá qué problema puede haber en vos para que él reaccione así”, le sugirió. “Es un problema de él conmigo, ya me mira torcido… otra gente lo mira mal pero no reacciona así”, intentó explicar Maxi. “Para mi no fue una discusión, para mi era una joda: yo estaba jugando con él”, insistió ante la atención del bailarín. “En ese juego se te va la humildad”, destacó Pablo sin medias tintas. El ex jugador de squash entonces se defendió: “El menospreciaba el laburo de toda mi vida diciendo que un amigo me puede ganar… me estaba ofendiendo”, admitió Maxi, algo menos convencido, ahora, de que sólo se trataba de un juego.