Ximena Capristo no es la única Ximena en la vida de Gustavo. Y según él mismo contó por la mañana, ni siquiera es la más importante. La primera Xime fue su novia durante más de tres años. El fierrero contó que vivió momentos muy importantes con ella, como la muerte de su madre. Ella se sintió “confundida”, y la relación terminó. Dos años después, ella quiso volver y el amor renació, pero eso duró poco, porque Gus nunca terminó de entender por qué ella se había alejado. “Sí no hubiese conocido a la Negra, tendría ganas de volver ahora”, admitió. El fierrero se responsabilizó por el fracaso de la pareja. “Fue mi culpa, era muy pendejo”, le explicó a sus compañeros.
Si ya era conocida la afición de Roberto por la limpieza, hay que decir que en los últimos días el Negro no dejó recoveco sin repasar en la Casa. Tal vez ansioso por el final, el maderero aplacó los nervios del anteúltimo día quitando toda la suciedad del sofá con una franela y barriendo con la escoba todo lo que pudiera haber quedado en el piso. Preocupado por cada uno de los detalles, les propuso a sus compañeros que el mismo sábado descongelen la heladera y guarden las cosas que sobran en el freezer del almacén. Finalizadas las vacaciones, hay que devolver la Casa intacta.
Los cachorros de la Casa de Gran Hermano fueron los últimos en cruzar la puerta antes de la gran final. Por la noche y luego de que los chicos pudieran despedirse de ellos, les pusieron las correas mientras Gustavo les decía: “vamos papá que ahora te vas con Ximena”. Los chicos los dejaron en el patio, a donde fue a buscarlos la Negra cuando los participantes estaban encerrados en la habitación. Ximena no pudo contener la emoción al ver de nuevo a las mascotas que alegraron sus cien días en la Casa que la hizo famosa.