Con la frase “cumplí mi sueño” Gustavo definió su paso por Gran Hermano en una charla que tuvo con Roberto por la mañana. Para el fierrero, lo más importante era permanecer en la Casa hasta el último día, y lo logró. “Si gano, mejor”, agregó. En ese caso, ya tiene pensado qué hacer con el premio: comprar un departamento para él y otro para su padre, y además, quiere hacer una gran fiesta con sus amigos. “Me voy de acá re tranquilo, porque nunca le falté el respeto a nadie, y nunca me desubiqué”, aseveró. Para el amante de los autos, no haber sido nunca nominado puede ser una desventaja. “Los que votaron a Alejandra para que se quede, van a seguir con ella. Lo mismo con Silvina, el Paisa y el Negro”, concluyó.
La lluvia no era un buen augurio y Alejandra le dio el pie. “¿Te sentís igual que todas las nominaciones?”, quiso saber la cordobesa en la madrugada del miércoles. “Desde que arranqué, todas fueron difíciles, pero ésta es un poco más”, admitió el Paisa. “Ninguna fue fácil, ni la de Chivi, ni la de ustedes dos”, desarrolló a continuación. Ale concordó con el hombre de campo, lo que le permitió seguir con su razonamiento: “El Negro no salió nunca nominado, no es nada simple”, advirtió antes de dar por finalizada la charla. “Hay que esperar, nomás”, concluyó el Paisa con su típica parsimonia.
Los chicos fueron sorprendidos -una vez más- por Gran Hermano. Durante la tarde, todos fueron llamados de a uno al confesionario. Luego de ser engañados con una pregunta, escucharon la voz de sus familiares y pudieron dialogar con ellos. Roberto habló con su mamá y su hermana, Gustavo con su hermano y su cuñada, Silvina con su papá, Alejandra con su mamá y Javier con sus padres. Para el fierrero -que se emocionó hasta las lágrimas- lo más impactante fue escuchar, aunque todavía no hable, la vocecita de su sobrino, “el Cucu”, para Córdoba que su mamá le dijera que afuera “está todo bien” y para el Negro saber que es “un orgullo de hijo”.