De a poco Daniela está ganándose su lugar dentro de la Casa. Tras varios días de llanto, charlas con los psicólogos, mucho silencio y pocas sonrisas, la última compañera de aventura en Gran Hermano al fin empezó a mostrar síntomas de alivio. Conversó más suelta, sonrió, soltó alguna carcajada y hasta intercambió golpecitos jocosos con Gastón y Fernando. Aún no está adaptada por completo, y ella lo reconoce: “a veces me pregunto qué carajo estoy haciendo acá”. Pero ya muestra ganas, se la ve animada y divertida. Lo peor ya pasó.