El cerebro en las sombras

Sin quedar en evidencia, Agustín es el gran responsable de la nominación de Damián, uno de los líderes de la casa. Asumió una tarea trabajosa y lenta, diseminando rumores e intrigas que quebraron la simpatía hacia el rosarino. Un verdadero estratega.

En la medida que pasan los días se van conociendo cada vez más las distintas personalidades que integran esta nueva versión de Gran Hermano. Y no dejan de causar sorpresa.

Como en una novela de suspenso los personajes cambian de rol varias veces, en el intento por permanecer hasta el final del juego. Y a veces los escrúpulos quedan olvidados en la puerta de la casa.

Así, Agustín que empezó con muy bajo perfil, callado y siempre con buena onda y hasta bonachón, ahora muestra sus garras y se aferra a su estrategia para de a poco hacer estallar la imagen positiva de los lìderes rivales.

Sin ponerse la camiseta de protagonista, opera en forma disimulada alimentando enemistades y volcando votos a su antojo.

Así, su trabajo hormiga que comenzó hace dos semanas atrás tuvo resultado el jueves cuando uno de sus rivales llegó al banquillo de nominados.

De ese modo “trabajó” hace poco días con Pablo, haciéndole saber los irónicos motes que le había puesto Damián.

Algo similar hizo con Jonathan, Leandro y Juan, hablando mal del rosarino y sumando voluntades. Esa delicada tarea de lobby encontró premio.

Lo que extrañó por demás durante el día de las nominaciones fue su llegada al confesionario con la camiseta de Newell`s en mano, un guiño amistoso para el rubio, aunque luego lo crucificara en el voto.

Algunas veces las cosas funcionan así dentro de la casa, y aquellos con carisma y llegada al resto pueden llevar agua para su molino.

Al menos mientras no asomen la cabeza sobre el resto. Porque se ve que el que sobresale demasiado al final termina perdiendo.