Silvina Luna nació en Rosario hace 21 años, aunque actualmente vive en Buenos Aires. Vino hace más de tres años con el objetivo de estudiar teatro y trabajar para ayudar a su familia. Fue recepcionista, promotora y modelo, lo que le permitió vivir durante varios meses en Miami junto a una amiga. Se autodefine como una persona muy luchadora, que siempre se pone objetivos y casi siempre los cumple, aunque le demande mucho esfuerzo. Le duele vivir lejos de su familia, compuesta por su papá, su mamá y un hermano de 15 años a quien adora, pero sabe que es la única manera de ofrecerles una ayuda económica.
Sincera y extrovertida, tiene consciencia de sus defectos y virtudes y no teme mostrarlos. “Soy sensible, cariñosa, demasiado frontal, caprichosa, cabeza dura y tengo carácter fuerte cuando me enojo”, resume sobre sí misma esta rosarina de ojos celestes y curvas pronunciadas. Da y espera mucho de la gente que la rodea, lo que la lleva a ilusionarse y decepcionarse demasiado seguido. “Entregó todo por los que quiero, pero cuando me defraudan sufro demasiado”, confiesa sin arrepentimientos.
Amante de la naturaleza, Silvina disfruta de andar en rollers por las calles de Buenos Aires en sus ratos libres. Le gustan los deportes, especialmente la gimnasia. Lejos de su familia biológica, sus amigas porteñas se convirtieron en su malla de contención. Y a la hora de hablar de sus afectos, cada una de ellas ocupa un lugar preponderante.
Vive sin términos medios. Y de la misma manera que vino a Buenos Aires a jugarse por lo que quería, el teatro, más tarde hizo lo mismo cuando conoció a Juan Pablo, su primer y -hasta ahora- único amor. “Lo amé más que a mi vida, me entregué entera y me jugué hasta más no poder”, recuerda orgullosa a pesar de que la relación haya terminado. “No podíamos vivir separados, viví un año de sueño, era mi príncipe azul y pensé que era para toda la vida”, agrega nostálgica.
Más tarde, cuando terminó la relación, Silvina vivió momentos muy difíciles y se fue a trabajar de modelo a Miami. Un nuevo encuentro con su ex novio la tentó a volver nueve meses después, pero una vez más se desilusionó al encontrarlo con otra chica. Fiel a su estilo, Silvina no dio el brazo a torcer y todavía espera que Juan Pablo cambie. “Si no fuera tan mujeriego me casaría con él”, asegura.
A pesar de no poder olvidar a su ex, quiere dar vuelta la hoja y vivir algo nuevo. “Tengo ganas de volver a enamorarme, de volver a sentir eso tan lindo, de encontrar un compañero de verdad , que me quiera y me respete”, dice dejando volar su imaginación. Tal vez la Casa de Gran Hermano hospede a quien pueda ofrecerle ese amor tan esperado.