Siempre hay alguien que organiza las cosas. En todas las casas hay alguien pendiente de todo, y ese parece ser el trabajo de Eleonora González en Gran Hermano. Detallista y perseverante, como ella misma se define, esta estudiante de Ciencia Política de 24 años parece destinada a ser el árbitro entre los doce participantes.
“Trato de encontrarle el lado positivo a todo, tanto a las personas como a las experiencias que me toca vivir”, asegura. “Me relaciono muy bien con la gente y no me cuesta hacer amigos. Soy muy sensible, aunque a veces trato de ponerme una coraza para protegerme, y eso puede resultar en que la gente piense de mi algo que no soy”.
Pocas cosas le gustan tanto a Eleonora como dibujar. Y específicamente le gusta dibujar ojos. Por eso, el tatuaje que tiene en la nuca recrea una mirada. De esa mirada escrita en el cuerpo quizá se desprende su espíritu crítico: es tan exigente consigo misma como con quienes la rodean.
Después de terminar la secundaria en un colegio católico, Eleonora comenzó la carrera de Ciencia Política en la Universidad del Salvador. Allí conoció a la persona que la acompañó durante los últimos cuatro años, hasta diciembre del 2000. Ahora, sin compromisos, ingresa a la convivencia con sus compañeros de Gran Hermano. “Soy muy sociable, y me gusta estar en contacto con la gente”, explica a la hora de hablar de sus expectativas.
Su defecto, según ella misma confiesa, es que no le gusta demasiado hacer deportes. De todas maneras, comparte con su padre la pasión por Independiente, y no son pocas las ocasiones en que va con él a la cancha. Cuesta un poco imaginarla con los brazos en alto, gritando algún gol desde una tribuna de Avellaneda. Pero está claro: no todo puede ser ordenado en la vida de una persona, y veremos qué desórdenes se permite Eleonora durante su estancia en la casa de Gran Hermano.