Con 35 años, Alejandro Restuccia es el mayor de los doce participantes de Gran Hermano. Fiel amante de la música, sobre todo del jazz, nunca se separa de su saxo. Además de tocar, da clases todas las semanas. “Estar vivo es una fiesta”, asegura, y veremos cuántas fiestas organiza en la Casa del Gran Hermano.
Alejandro vive en Ituzaingó, Provincia de Buenos Aires, pero pasó 4 años de su vida viajando por distintos países. España, Italia, Holanda y Tailandia fueron algunos de los lugares donde estuvo, en sus propias palabras, “buscándose”.
Es muy familiero: no sólo comparte la casa con sus padres, sino que no pierde oportunidad para hablar de su abuela de 90 años, a quien adora. No hay dudas de que también está muy acostumbrado a la convivencia. No es único hijo: tiene un hermano gemelo en Europa y una hermana que vive en Mar del Tuyú con sus dos hijos: Agostina y Santiago.
No está de novio, pero la música lo hace sentirse pleno. “Fundamentalmente amo al jazz y a Charlie Parker”, dice Alejandro. “Soy bastante independiente en mis relaciones, y no creo que el amor pase por el control, los celos y la posesión”, explica.
Si bien está acostumbrado al público, que lo evalúa habitualmente como saxofonista, Alejandro se enfrentará con un desafío mucho mayor y más exigente: el público que lo observe a través del ojo de Gran Hermano. Ellos son quienes deberán permitirle llegar o no a la final.